...Se apagaron todas las luces del estadio, y era un vibrante anillo de cemento y de sangre, un plato volador bajado de los astros, de la noche recien sucrada, todavía humeante y posado recien sobre un desconocido planeta verde.
Se encendieron las luces y los cien mil viajeros descubrieron maravillados que los veintidos habitantes del nuevo planeta usaban alegres camisetas de colores y corrian detrás de una esferita blanca, chocando a veces entre sí, pero luego seguían corriendo hasta abrazarse...
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